lunes, 11 de mayo de 2015

Aprender.

Momento de Despertar.
¿En qué consiste el Aprendizaje?
Los humanos nos movemos, crecemos (en todos los aspectos), actuamos, desde luego pensamos, siempre percibimos y por lo general sentimos basados en un camino posible entre dos puntos extremos llamados expectativas y miedo.
Las metas están más allá del sitio donde los pies se encuentran hoy y es la firme voluntad de alcanzar un propósito no sólo la que nos hace perseverar en el intento sino impedir corrernos de ese trayecto. Esa expectativa requiere de la noción de tiempo, sin el cual no podemos determinar su comienzo y la llegada. El tiempo nos acelera el pulso, nos genera ansiedad y aún -conseguido el objetivo- será necesario tiempo para sostenerlo. Esto produce una gran satisfacción por los logros y a la vez una incertidumbre acerca de cómo será mantenerlos.
En la otra punta del camino de la vida se encuentran los miedos, enraizados desde antes de nacer en la memoria del alma y desarrollados con más y más fuerza a lo largo de la experiencia en cada hecho vivido porque no se trata sólo de los miedos específicos que cada quién pudiese procesar en su cuerpo como síntomas físicos; sino de un complejo mecanismo de intervención en todas las funciones de nuestro cuerpo (en su totalidad: físico, mental, energético y como quieran tipificarlo) a partir de una interacción de memorias propias y de la influencia que tiene el entorno creando con sus propios actos un fuerte alimento para este desequilibrio humano.
Es así que un Aprendizaje según mi comprensión, es un acto propio de toma de consciencia de estos factores, a fin de revisar en nuestra aventura individual y diaria de existir, en dónde están puestos los puntos extremos del camino.
Contamos con un aliado cercano que nos manifiesta con malestares genuinos nuestro estado de aprendices y aún cuando sólo es la periferia de nuestra totalidad, el cuerpo sigue siendo un buen reflejo de cuanto nos ocurre internamente.
Pero eso no es todo.
Una vez observada la ubicación (que oscila tantas veces) de nuestro conflicto, también es necesaria la pasividad de la producción de pensamientos.
Se necesita una mente serena (tema casi inalcanzable en este siglo de la hiper-comunicación) para observar los silencios de donde surgen las respuestas.
Con Amor,
Graciela González
www.facebook.com/oasisdelalmakhristael
fuenteperfecta@gmail.com


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